Descubrir y caminar nuestros senderos
Elige tu sendero, puedes marcar una o varias opciones dentro de cada PROVINCIA y de cada filtro. Puedes establecer un sólo filtro o varios de ellos.
IMPORTANTE: Los senderos, itinerarios y miradores en un espacio natural, pueden resultar peligrosos. Toma las precauciones oportunas y disfrútalos bajo tu responsabilidad.
No te apoyes en barandillas, talanqueras y otros elementos de delimitación de los senderos y miradores. Vigila que los niños no lo hagan.
Lleva bota o zapatilla de montaña siempre.
Calcula bien los tiempos, si te anochece en el monte, el riesgo de perderse y de tener un accidente es mucho mayor.
Evita las horas centrales del día en verano.
Asegúrate de que sabes comunicar tu posición, de palabra o digitalmente, en una llamada de emergencia.
En el Área Recreativa del Acebo y las Fuentes, se inicia en una pasarela de madera de 450 metros de longitud, que transcurre al lado del río Estena.
A pocos metros del inicio, en la zona donde el cauce hace una curva entre las rocas cuarcíticas de alrededor, existe un pequeño mirador delante del Boquerón del Estena, estrecho donde la sierra ha dejado paso a este río mediterráneo que presenta un inmejorable estado de conservación. A la izquierda del mirador se observa el pequeño cerro de la ermita, y a la derecha la sierra de Fuentefría.
Continuamos nuestra marcha dejando el río a la izquierda, pasando por el área recreativa, recorriendo un paisaje en el que se pueden observar encinas, quejigos, rebollos, fresnos, sauces, juncos, zarzas y espinos. Al finalizar la zona de la pasarela, podemos observar una antigua construcción que en su día fue una casa de labranza, al lado de zonas de huertos.
Cruzamos el río por un puente, y entramos por un camino amplio en un bosque de encinas, quejigos y rebollos, aclarados por las características pedrizas o canchales. Continuamos caminando, dejando el río ahora a la derecha, y a la izquierda del camino encontramos la conocida como Fuente Fría, manantial de aguas de la sierra donde los habitantes del pueblo de Navas de Estena vienen para beber y coger sus ricas aguas, que no están cloradas.
Regresamos al camino central para continuar un poco más la marcha, y después de ver unos buenos ejemplares de rebollos nos encontramos con un cruce de caminos: el de la derecha nos lleva hasta las orillas del río, y el de la izquierda, tras una muy leve subida, hasta el final de la ruta, otra zona de manantiales conocida como la Fuente de las Chinas, fuente de tres caños que a ambos lados está rodeada de rocas de cuarcitas, algunas de ellas con huellas de trilobites, invertebrados marinos de la época en la que, hace cientos de millones de años, esta zona era un mar. En los alrededores de la fuente se puede observar una turbera, ecosistemas semiencharcados muy frágiles ysingulares, donde existen plantas muy interesantes y adaptadas a estos suelos pobres en nitrógeno.
La vuelta se realiza por el mismo camino que la ida.
El recorrido transcurre por las zonas montañosas más altas del Parque Nacional y empieza en la caseta de información. Por una cómoda pista se atraviesa un matorral mediterráneo de jara y brezo. Más adelante el encinar cobra importancia y domina las estribaciones del macizo del Rocigalgo.
Al cruzar por segunda vez el arroyo del Chorro, la proximidad del cauce recuerda que la vegetación de ribera no entiende de climas; al frescor del valle, se distinguen tejos, acebos y abedules aislados. En la toma de agua arranca una senda de montaña que se abre paso a través de un denso encinar, monte bajo y pedrizas. La cascada de 18 metros de caída y un pequeño rebollar escondido sirven de colofón a una excursión de ida y vuelta.
Al inicio de la ruta se accede tomando un desvío cerca del punto kilométrico 16 de la carretera CM-4155, de las Becerras, aproximadamente a 10 km del pueblo Los Navalucillos. A partir de este desvío se bajará en coche por una pista de tierra hasta el río Pusa, pasado el cual se girará a la izquierda para seguir recto y, en unos cinco minutos en coche, llegar a la caseta de información situada en el límite del Parque Nacional, donde existen aparcamientos.
- En este punto de información se recomienda informarse y anotarse para un adecuado control y desarrollo de la visita. La ruta, que transcurre por la zona más montañosa del Parque Nacional, permite disfrutar de bellos paisajes, de bosques típicamente mediterráneos (sobre todo encinar en la parte de menor altura y rebollar en la parte más alta) y, al ser una zona bastante húmeda, de algunas especies más propias de lugares más septentrionales (tejo, acebo, abedul…) y parajes tan espectaculares como las cascadas del Chorro y la Chorrera Chica.
- El primer tramo de la ruta transcurre por una pista forestal, alrededor de una buena representación de bosque mediterráneo, con especies como las encinas y las jaras. Al llegar al arroyo de la Arañosa, se aprecia por primera vez el bosque de ribera que nos acompaña en la mayor parte de su recorrido, con especies como fresnos, sauces, arraclanes, arces y castaños, junto con algunas joyas naturales de vegetación típicamente atlántica como el tejo, huella de épocas pasadas con otros climas.
- Durante el trayecto apreciamos las crestas de las montañas cuarcíticas de los Montes de Toledo, con relieve suave pero en este lugar más agreste que en otras zonas del Parque. Es frecuente ver el vuelo de los buitres, en esta zona sobre todo leonados.
- Atravesamos el arroyo del Chorro, y empezamos a abrirnos pasos entre helecho comunes, brezos, enebros, mostajos, acebos y abedules, estos dos últimas muy singulares en estas latitudes tan meridionales. Tras 1 hora de recorrido, llegamos a una pequeña explanada conocida como la toma de agua, donde es conveniente acercarse a la pequeña presa para apreciar un bonito rincón botánico con gran variedad de especies.
- Tomamos una pequeña senda marcada y, una vez superados los primeros metros de desnivel, llegamos a un balcón donde apreciamos una pedriza, elemento paisajístico y geomorfológico típico de los Montes de Toledo, y que sirve como cortafuegos natural. Continuamos ascendiendo entre rebollares y encinares hasta llegar al desvío al Chorro, donde se encuentran los restos de un sestil, antiguo refugio de cabreros. Pasando un rebollar se llega hasta el esplendoroso Chorro de Los Navalucillos, paraje que invita a disfrutar de la paz y tranquilidad que solamente es interrumpida por el agradable sonido al caer el agua de la cascada.
- Si decidimos continuar hasta la Chorrera Chica en el desvío antes mencionado, el sendero, con algo más de pendiente en los primeros tramos, permite disfrutar de magníficas vistas del valle y atraviesa varias pedrizas y unas cornisas que servían de cobijo para los animales y los cabreros. Al atravesar esta zona debemos tomar todas las precauciones posibles debido a que el paso se hace estrecho y si llueve la humedad de los riscos los puede hacer resbaladizos. Tras unos metros andados encontramos la bifurcación hacia la Chorrera Chica, muy destacable por su escondida situación y belleza, a la que se llega por el margen del arroyo.
- Si nos animamos a subir hasta el Rocigalgo en la última bifurcación, recorreremos un sendero que discurre primero por los márgenes del río en los que los brezales se vuelven la formación dominante, y después por un precioso robledal, para llegar al collado donde se toma una pista hacia la izquierda que sube hasta muy cerca de la redondeada cima del pico más alto de los Montes de Toledo, con 1.448 metros. Si el día esta claro, desde arriba del pico podremos disfrutar de espectaculares vistas del relieve de estos montes y de parte del Parque Nacional de Cabañeros.
La vuelta del itinerario se realiza por el mismo camino que la ida, o también se puede continuar por la Ruta del Macizo del Rocigalgo, que llega también hasta la caseta de inicio con un recorrido total de 20 Km.
Se trata de una senda de trazado llano con paneles interpretativos sobre la flora más característica de Cabañeros. Es accesible para personas con movilidad reducida, y en ella se pueden observar la mayoría de las plantas más abundantes en el Parque Nacional.
Se trata de una senda de trazado llano con paneles interpretativos sobre la flora más característica de Cabañeros. Es accesible para personas con movilidad reducida, y en ella se pueden observar la mayoría de las plantas más abundantes en el Parque Nacional.
Se trata de una agradable y llana senda sobre pasarelas elevadas por el interior de un bosque de ribera junto al cauce del río Bullaque, rodeada de frondosa vegetación de ribera y también de vegetación típica de los bosques mediterráneos. Permite apreciar ejemplares de sauce, fresno, durillo, quejigo, etc, y disfrutar del canto de aves como el ruiseñor o la lavandera. Cuenta con sencillos paneles explicativos sobre las plantas que se observan, y es accesible para personas con movilidad reducida.
A 17 km de Horcajo de los Montes y 14 Km de Retuerta del Bullaque, entre los puntos kilométricos 80 y 81 de la carretera CM-4017 que une estas dos localidades se sitúa un aparcamiento acondicionado por el Parque que es el punto de partida.
Del aparcamiento, la ruta sube al Puerto del Espinazo del Can por un sendero que se abre paso entre jarales. Arriba conecta con la Cañada Real Segoviana, que entra en los Montes de Toledo por el Puerto Marchés y faldea la Sierra del Chorito en busca de la orografía más favorable. De frente un mirador señalizado permite disfrutar de extensas vistas sobre el Parque. A la derecha, un camino recorre la cresta entre jarales. Gracias a un tramo desbrozado se pueden apreciar las 90 varas castellanas (75 m), anchura reglamentaria de las Cañadas Reales. Destacan los viejos alcornoques que desde sus amplias copas mantienen patente el trazado de la vía pecuaria ahora abandonado. Abajo junto a la carretera, se sitúa la Venta Nueva, lugar donde los pastores trashumantes descansaban con sus ovejas. La senda lleva al pie de un alcornoque pluricentenario desde donde hay que emprender el regreso.
Es una senda sin pendiente con paneles interpretativos sobre los usos tradicionales de los habitantes del entorno de Cabañeros.
Consta de 7 paradas explicativas sobre la ganadería, los huertos (con una noria), la arquitectura tradicional (con las cabañas típicas de la zona), un mirador de la raña, la apicultura, el carboneo y una era. Es accesible para personas de movilidad reducida.
Se llega al inicio de ruta después de tomar un camino que sale a la izquierda tras recorrer 1 kilómetro por la carretera que sale desde el pueblo de Horcajo de los Montes hacia Alcoba.
Con un trazado suave, permite disfrutar de la umbría de un bosque típicamente mediterráneo. Recorre una pista que va a media ladera por la Sierra de Castellar de los Bueyes.
Al principio se observan jaras y brezos, y después se va adentrando en un bosque de alcornoque con encina y quejigo, con un denso sotobosque de madroño, durillo, cornicabra, labiérnago y brezo, y con algunas pedrizas a la izquierda del camino. A la izquierda, el paisaje que aparecerá durante casi todo el itinerario es de cultivos de olivar sobre los terrenos del valle del Arroyo del Rubial, zonas de pastos donde se ven las ovejas, y vistas panorámicas de algunas zonas de los Montes de Toledo.
Al llegar la ruta a un camino asfaltado ya fuera de los límites del Parque, podremos volver sobre nuestros pasos para regresar al punto de inicio, o hacerla circular si la unimos con el pueblo de Horcajo de los Montes.
El itinerario de la Laguna permanente nos conduce hasta dos observatorios faunísticos, situados en una laguna artificial en el margen derecho del río Guadiana.
A lo largo del camino flanqueado por tarayes, podremos observar algunos paseriforme como el triguero (Milaria calandra), la cogujada común (Galerida cristata), o la tarabilla común (Saxicola torquata). En la orilla de la laguna entre los dos observatorios queda un relicto bosque de ribera constituido por álamos blancos o chopos (Populus alba), hábitat del ruiseñor común (Luscinia megarhinchos), y el carbonero común entre otros.
De los dos observatorios existentes, el segundo de ellos nos ofrece una visión más horizontal de la laguna y de la entrada del río Guadiana al Parque Nacional. Durante el invierno es frecuente la observación del cormorán grande, (Phalacrocorax carbo sinensis). En primavera, la más pequeña de las ardeídas, el avetorillo (Ixobrychus minutus), criará en el carrizal. Podremos ver al pequeño zampullín común (Tachibaptus ruficollis), durante todo el año, al igual que el somormujo lavanco (Podiceps cristatus), aunque es más frecuente como nidificante, época en la que realiza una de los cortejos nupciales más espectaculares en el mundo de las aves.
Cucharas y porrones comunes (Aythya ferina) también son frecuentes en esta laguna, junto al ánade real (Anas platyrhynchos). Los Mimbres (Salix purpurea, Salix alba) de la orilla sirven de posadero a garcetas y Martinetes, (Egretta garzetta, Nycticorax nycticorax), los tarayes al pequeño martín pescador (Alcedo athis), desde donde se lanzará a la pesca de su presa.
Los bandos de gangas y ortegas (f: Pteroclididae) sobrevuelan la laguna durante el tórrido verano en busca de sus bebederos. Con un poco de suerte será aquí donde podremos ver a nuestra emblemática nutria, (Lutra lutra), surcando el cauce del Guadiana
El más largo de los tres itinerarios del Parque Nacional, culmina en una torre de observación de tres pisos, desde donde tendremos una amplia visión de la mitad Norte de las Tablas, las amplias formaciones vegetales de carrizo, enea y masiega, los grandes Tablazos centrales donde las concentracio
nes de anátidas, como el pato colorado (Netta rufina), y fochas son frecuentes, la entrada del río Gigüela.
Desde aquí es conveniente la utilización de una óptica adecuada, como un telescopio terrestre.
Durante el invierno es espectacular la observación de los bandos de grulla común, (Grus grus), entrando a dormidero al atardecer, año tras año situado en el Tablazo. En la época de cría podremos observar el tránsito de las garzas imperiales, (Ardea purpurea), y de las garcetas comunes, (Egretta garzetta), en un ir y venir en busca de alimento. O el establecimiento de las colonias de cría del abejaruco, (Merops apiaster), en los arenales próximos a Prado Ancho. El paso del ánsar común, (Anser anser), en su viaje hacia el sur para pasar el invierno, aunque algunos permanecerán aquí.
Los prados cercanos a Prado Ancho son hábitat del sisón, (Tetrax tetrax), y del alcaraván, (Burhinus oedicnemus). Antes de llegar a la Torre, pasaremos por cuatro observatorios faunísticos, situados a lo largo del itinerario, que nos permitirán adentrarnos en las Tablas, en ellos encontraremos distintas aves dependiendo de la estación del año y de los niveles hídricos en los que se encuentren Las Tablas, anátidas y rálidos en periodos húmedos, limí- colas y ardeídas en periodos secos.
A lo largo del recorrido podremos oír al pájaro moscón, (Remiz pendulinus), a los incansables carriceros y a la buscarla unicolor, (Locustella luscinioides), al pequeño buitrón, (Cisticola juncidis), aleteando sobre el carrizo. Al triguero (Miliaria calandra) posado en algún taray emitiendo su estridente canto. Y tal vez veamos al llamativo calamón común (Porphirio porphirio), asomándose entre el carrizo. Los excrementos de zorro, (vulpes vulpes) o de alguna comadreja, (Mustela nivalis), encontrados en el camino nos indicaran su presencia en la zona.
Es un circuito que recorre varias islas en la orilla más oriental de Las Tablas, de las más de 30 que existen en el Parque Nacional.
La Entradilla, El Descanso, del Pan, de los Tarayes y del Maturro, son las cinco islas que atravesaremos en nuestro recorrido y que se encuentran unidas mediante pasarelas o puentes de madera. A lo largo del itinerario existen varios balcones que nos permitirán adentrarnos aún más en Las Tablas.
Desde la isla de la Entradilla descubriremos las primeras tablas. El taray se encuentra ahora formando un cinturón alrededor de la isla. Caminando sobre la tabla de La Entradilla podemos observar entre el carrizal a la focha común, a la gallineta de agua y a alguna anátida levantando el vuelo. Carriceros y ruiseñores bastardos se dejarán oir durante la época reproductora. En invierno veremos al mosquitero común entre el carrizo. Archibebes, combatientes, andarríos y correlimos son frecuentes en los pasos. En primavera podremos ver al fumarel cariblanco pescando ajeno a nuestro paso. Si nos asomamos al balcón situado en la margen izquierda de la isla, podremos observar un pequeño masegón.
Desde la isla del Descanso, tendremos acceso a la tabla del descanso. Aquí los limícolas son frecuentes en periodos secos y las anátidas y las fochas en periodos húmedos. Durante la primavera podremos observar el vuelo de las garzas.
Tras atravesar una pasarela llegamos hasta la Isla del Pan, la mayor de todas las del itinerario. Una senda que parte del observatorio nos conduce hasta un bosquete de tarayes, donde anidan el pito real, la abubilla, el búho chico, el jilguero, el pinzón vulgar, el carbonero común y el herrerillo común.
Desde la Isla del Pan llegaremos a la Isla de los Tarayes y, desde ahí, a la Isla del Maturro, pasando por un observatorio faunístico que nos permitirá ver una gran variedad de anátidas.
Finalizaremos el recorrido atravesando el puente sobre las tablas del Maturro, donde podremos ver al cuchara común, que pasa aquí el invierno.
Este itinerario se conecta opcionalmente con la Laguna de Aclimatación en la que se contempla un conjunto representativo de las anátidas que se pueden encontrar en las Tablas de Daimiel durante todo el año.
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